Las muestras de solidaridad pocas veces vistas, con los parisinos y los jóvenes masacrados en un concierto la tarde del viernes al este de París y baleados en restaurantes son en su mayoría de origen étnico diverso, profesionistas o estudiantes de intercambio, llaman la atención sobre un problema con profundas raíces en las diferencias religiosas entre chiitas, sunitas, árabes, católicos, protestantes, judíos, musulmanes, algo que occidente simplemente se rehúsa a reconocer. 




La indiferencia, el intento por acabar con el movimiento islamista con bombardeos, tuvo ya una respuesta en la capital francesa, símbolo de la libertad, y fraternidad.Hoy el mundo entero se ha unido en contra de ISIS y sus métodos sanguinarios no sólo en París, sino un día antes con dos atentados suicidas en Beirut que cobraron las vida de 43 personas, y el derribo de un avión de pasajeros ruso sobre la península del Sinai, con la muerte de sus 224 pasajeros.  




Los terroristas identificados como seguidores del Estado Islámico, el que ofreció la creación del Califato en Siria,  e Irak, han logrado su cometido.  




El presidente Francois Hollande de Francia ordenó bombardear posiciones del Estado Islámico en Siria y declaró los ataques como un acto de guerra, allá no importa que mueran mujeres, y niños.  El papa Francisco ofreció sus condolencias y habló de una tercera guerra mundial. Países europeos y algunos estados de la unión americana han anunciado detener la llegada de refugiados sirios. La seguridad se ha endurecido, y cualquier musulmán residente en Europa, es visto bajo sospecha y recelo.  Se favorece a los ultra derechistas como Marine Le Pen,  del Frente Nacional que exigen medidas draconianas para frenar a la población musulmana en Francia calculada en unos cinco millones de personas. Se frena la llegada de refugiados aunque no hay pruebas de que uno de los terroristas haya entrado al país como refugiado. 




Los terroristas han logrado su misión. 

El atentado en el Bataclan,  los disparos en céntricos restaurantes y el estallido de bombas en un estadio de fútbol, le pegan a la economía europea que no estaba precisamente en fase de recuperación, se refuerzan los controles fronterizos, los puertos de entrada y esto le pega al turismo, principal ingreso de Francia. 

Aunque es temprano para ver las consecuencias, sin duda estamos ante un cambio en las políticas de seguridad europeas y estadounidenses, lo que trae de la mano un golpea a la economía y al bolsillo.

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