Por Arturo Corona

Ya comentaba la semana pasada que la óptica con la que nuestros políticos ven la realidad es muy diferente a la nuestra, los que nos movemos sin escoltas, sin secretarias, que tenemos que hacer cola para pagar nuestros impuestos, aguantamos impávidos nuestro turno en la salchichonería, el banco y hasta la clínica de salud: Viajamos apilados como sardinas en el metro y metrobus, resignados pagamos los aumentos al predial, al agua, el IVA, el IETU, a los alimentos, a las gasolinas. Soportamos los discursos que nos hablan de catarritos, de una guerra contra el narco que vamos ganando, de los civiles muertos en el fuego cruzado –que aseguran son los menos-, de la generación de empleos. Decimos “ni modo” cuando alguien desde una cómoda oficina con una mullida alfombra y vista al zócalo, decide que por nuestra sala va a pasar una nueva ruta del metro, o del metrobus. Padecemos malas autoridades, delincuencia desatada. Cuando desgraciadamente tenemos que denunciar un delito, primero nos acusan, luego nos extorsionan para después amenazarnos. Ya no sabemos que es peor sí ser asaltados o ir con un policía o agente del ministerio público. La lista es grande pero lo que llama mucho la atención son las declaraciones de los políticos a aprendices de políticos que cuando tienen los reflectores encima dicen barbaridad y media.


Tan solo una percepción

La licenciada Gloria Guevara Manzo, una mujer inteligente, conocedora de los problemas de esta llamada “industria sin chimeneas” como pocos secretarios de turismo, metió la pata al afirmar que la inseguridad en México “es un problema de percepción” entre los viajeros internacionales, justo cuando el Banco de México dio a conocer que el turismo en el primer bimestre se ha contraído casi 4 por ciento y ese mismo día a las tres de las tarde se armó una balacera en la Costera Miguel Alemán de Acapulco, tal vez el balneario más popular de México. La muerte de siete personas no fue un problema de percepción, sino de plomo y pólvora.
Encuestas de las agencias “Yesawich y Partnership” dan a conocer que el 67 de los estadounidenses y el 81 por ciento de los canadienses no eligen a México como destino turístico ante la violencia y la inseguridad. Y qué decir de las 22 mil personas que según la última cifra oficial ha perdido la vida desde hace poco más de tres años cuando el Presidente Felipe Calderón se vistió de militar y le declaró la guerra unilateral a los narcotraficantes. Se nos dijo que muchos inocentes morirían, pero no se esperaba que civiles, mujeres, niños perdieran la vida en falsos retenes, estudiantes en fuego cruzado, civiles calificados de sicarios, inocentes detenidos para después ser ejecutados con la misma práctica de los delincuentes.

En resumidas cuentas, esta columna se ha unido a aquellas voces como las de Carlos Fuentes, y Mario Vargas Llosa, quienes apoyan la legalización de las drogas empezando con la mariguana como se hace ya en algunos estados de la Unión Americana. A estas opiniones se suma la del senador Santiago Creel quien dijo que hay que analizar con seriedad esta propuesta como una salida al clima de violencia y a las 22 mil muertes en esta guerra perdida. Pero esto es mucho pedir a nuestros legisladores, pocas son las voces sensatas que ven por el interés del país y no los propios.

2 comentarios :

  1. Así es Arturo. Se tendría que legalizar la industria de la droga, pero para hacerlo lo tendrían que hacer al mismo tiempo todos los países por donde pasa el tráfico de la misma o no serviría de nada. Sería difícil convencer al establishment norteamericano con su hipócrita moral puritana.
    Lo del problema de "percepción...." como dicen las abuelitas de pueblo: "es por demás."

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  2. Cuando menos ya comnenzaron varios estados de la Unión Americana a legalizar la mariguana.La gran alberca del narotrafico como dijo sabiamente algún ex presidente.

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